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Rompe las cadenas del perfeccionismo y abraza la belleza de la autenticidad.
El perfeccionismo no es un rasgo positivo, sino un hábito que busca algo inalcanzable e inexistente. Aquellos atrapados en su red sufren por el miedo a la crítica y a cometer errores.
Este patrón a menudo se arraiga en experiencias difíciles de la infancia, donde destacar era una necesidad para encontrar valorización.
Pero aquí está el secreto: la aceptación es la llave para sanar.
El primer paso es cultivar la flexibilidad mental y comprender que hay múltiples maneras de hacer las cosas bien.
Aceptar las críticas sin defendernos constantemente nos permite crecer. Mientras más comprendemos y aceptamos los errores propios y ajenos, más liberamos la auténtica belleza de nuestra humanidad.