Un porcentaje muy elevado de niños y jóvenes que sufren trastornos mentales y no son diagnósticados, terminan en reformatorios y en el mundo de la delincuencia, es decir, lo que no hizo el sistema sanitario pasa a ser un problema del sistema judicial cuando ya es muy difícil el remedio. Sin embargo, estos trastonos pudieron prevenirse en su momento, tratarse adecuadamente y una gran mayoría de pacientes pudo llevar una vida satisfactoria.
Los trastornos mentales tienen graves repercusiones en nuestro cuerpo humano en el desarrollo emocional e intelectual de los niños y adolescentes, en el aprendizaje escolar, la adaptación social y el descubrimiento de la vida. Minan la imagen personal y la auestoestima, la estabilidad y economía de las familias y son una carga para toda la sociedad. Por eso es fundamental prevenir, diagnosticar y tratar correctamente la salud mental de los adolescentes.
Otro factor de riesgo de tipo biológico lo constituye la edad, ya que las características de los trastornos mentales surgen en un momento u otro del ciclo vital, dependiendo de la edad del individuo.